viernes, 27 de febrero de 2009

Chinesse

Recuerdo que la lluvia caía incesante sobre el tejado. Oía su suave canto sobre mi cabeza, levantaba la cara como si las gotas fueran a atravesarlo dispuesta a notar su fresca caricia en mi rostro. Nunca se cumplía mi deseo, cerraba los ojos y esperaba un poco con la esperanza de tener más suerte esa vez. Me encantaba el agua y también los días de lluvia. Eran los mejores para dedicarlos a bellos trabajos de manualidades que desde niña practicaba con aplicación. Entonces, seguía sentada delante del bastidor que mi abuela un día me regaló, por ser la mayor de mis hermanas, recordándome la obligación de conservarlo siempre como ella había hecho cuando su abuela también a ella se lo dio.

Recuerdo que bordaba un fino mantel con hilos de seda al que acariciaba a cada puntada, todas iguales, una tras otra, durante horas. Así iba haciendo crecer sobre la tela flores de loto, de igual modo que estas se iban abriendo en el estanque del jardín. Bordaba con respeto hacia la obra que estaba creando entre mis manos. Bordaba con cariño pensando en mi futuro amado con el que, algún día, compartiría ese fino paño. Bordaba con la esperanza de que mi esfuerzo acabara siendo bello. Y mis dedos acariciaban la fina seda como la lluvia acariciaba con delicadeza el tejado. Al terminar cada día mi labor todo quedaba guardado en su baúl de bambú.

Seguí durante bastante tiempo mis bordados de seda y, además, aprendí la técnica de la pintura con tinta, cada color debía ser elaborado con diferentes sustancias todas ellas naturales. Mis pinceles siempre estaban preparados para decorar un pliego de papel de arroz. Con el tiempo, las prácticas dieron fruto y empecé a guardar algunos de aquellos pliegos perfectamente enrollados esperando el día en que pudiera contemplarlos con mi amado. El más bonito representaba un recuerdo de mi feliz infancia, era la imagen de una garza que visitaba cada año nuestro jardín y que paseaba con calma por la orilla del lago de las flores de loto. Algo que no quería olvidar porque siempre me transportaría a aquella dulce etapa. Por eso este pliego contiene tanta belleza.

Tuve años de gran tranquilidad, los juegos en el jardín de casa con mis hermanas ocupaban la mayor parte de mis días. Aunque siempre reservé tiempo para la lectura, a veces, leía a escondidas en la biblioteca de mi padre.

Una mañana temprano mi madre vino a mi dormitorio para comunicarme que mis esponsales estaban cerca. Mi padre había hablado con un buen amigo que tenía un hijo un poco mayor que yo, a pesar de que hacía tiempo que no se veían siempre se habían admirado y respetado mutuamente, por lo que habían decidido unir ambas familias. El padre de mi futuro esposo había establecido buenas relaciones en la venta de la seda y éste le ayudada en las tareas comerciales.

La noticia me sorprendió tanto que apenas podía respirar, aunque siempre me habían preparado para ella. En pocos días conocería a mi amado. Sería su primera esposa y esto me llenaba de ilusión.

Llegó el día de la presentación, cercano al de la boda, todos en casa iban y venían con los preparativos. Yo no quería pensar demasiado en ello, me inquietaba, aunque tenía ganas de conocer al que sería mi esposo. Mientras recorría el pasillo que me conducía a la estancia donde todos me esperaban mi corazón latía fuerte, mas sólo yo lo notaba. Apenas me atreví a mirarle, su rostro me pareció hermoso y sus maneras refinadas.

El tiempo nos llevaría a una convivencia tranquila y feliz, nuestro matrimonio duró muchos años. Tuvimos cinco hermosos hijos que crecieron fuertes y sanos. Y pude compartir con mi amado aquel fino mantel de seda que también él supo apreciar y el pliego de papel de arroz, con la imagen de la más bella garza, ocupó un sitio preferente en la estancia principal de nuestro hogar.

Y hoy es hora, mi pequeña flor, de que por ser la mayor de mis nietas, te haga un hermoso regalo, este precioso bastidor con el que un día me obsequió mi abuela recordándote la obligación de conservarlo y guardarlo siempre en su baúl de bambú, para que bordes tus sueños más hermosos con hilos de seda mientras esperas el día en que puedas compartirlos con tu amado.

3 comentarios:

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  2. Una historia maravillosa que refleja parte de la cultura china, pero ella tuvo suerte y otras no tanto. Elegancia, relajado me imagino que escribes como si bordaras en un mantel de seda de las flores de loto.besos

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  3. Una historia muy bonita, y sí, coincido con Pharos, es un texto pausado, relajado, como el bordar... como una meditación, como una caricia o una mirada de tu abuela.. serena, por la sabiduría q le da el haber vivido tantos años. Besos

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